Esa tarde me levantó una revelación: sería infiel. Sí, dije tarde y dije también revelación y dije infiel. Lo primero porque el día anterior me había ido de farra con unos amigos y no llegué a casa sino hasta la mañana. Así que había dormido como hasta las cuatro. Lo segundo, no sé, sólo hubo algo que retumbó en mí y antes de abrir los ojos estaba ya girando en mi cabeza la idea, no, la convicción de que sería infiel, y esto es lo tercero, nunca había engañado a mi esposa, ni de novios.
Ya de antes, como un año o dos, mientras trabajaba en la casa cambiaria esa idea había revoloteado por mi cabeza en varias oportunidades. La primera, que recuerdo claramente, fue atendiendo a una anciana extranjera que deseaba cambiar un cheque en dólares a la moneda nacional. La señora iba acompañada por aquél espécimen de mujer, blanca, alta, no muy delgada, mas bien exuberante, con las hebras más largas y el cabello más negro que pudiera imaginarse uno. Enrulado. Fabuloso. Le hacían un extraño juego en el rostro, junto a los enormes ojos claros. Es decir, era un hembrón. La nieta, no la vieja. Ahí pensé, Dios, si tu lo quisieras hubiese una así por cada hombre. Por qué eres tan egoísta, chivuíto… vale, mándame una así y me divorcio. Claro, Dios ni me paró bolas, primero, a quién carajos se le ocurre pensar en que el creador deba hacer mujeres hermosas para cada hombre, segundo, si así fuere, entonces miraríamos a la feas y pensaríamos «Dios, si tu lo quisieras hubiese una así por cada hombre» porque así somos, antojados e inconformes. Tercero, nada más mí, inexperto en la materia, se me ocurre pedirle al creador que me mande una modelo para divorciarme de mi esposa, que, vale recordar, fue a la que le juré amor delante de él. Pues bien, el caso es que esa fue la primera vez que sentí el gusanillo de la infidelidad, aunque claro, no llegué a nada; creo que la nieta ni se dio cuenta de que alguien atendió a la vieja, ni me miró, pensaría que el dinero salió voluntariamente de la caja y se guardó en la cartera de la señora. No sé, ¿pensaría?
Siete años de matrimonio, más otros tantos de noviazgo te hacen dudar. O te hacen dudar de si estás bien donde estás o te hacen dudar de si será que los demás son los pendejos por no casarse. Pero de que dudas, dudas. Es difícil la vida del casado. Quieres salir con tus amigos pero no puedes. Y no es que no puedas, sino que no puedes. No se si me explico. Quieres muchas cosas absurdas que antes, cuando las tenías, no las querías y soñabas con estas que tienes ahora y que ya no quieres. Al menos no todos los días. Buenos días mi cielo, Buenos días mami, cómo amaneciste, Bien, dormí rico anoche, Sí, que bueno, yo también dormí rico, si sabes a lo que me refiero, pequeña, Ay chico, loco, jajaja estuviste divino, me encantó, teníamos tiempo sin portarnos mal. Y es verdad, lo teníamos, y lo seguimos teniendo luego de eso. Nunca antes el tan famoso dolor de cabeza fue un recurso tan monotamente usado y tan idiotamente aceptado como después del segundo año. Solía bromear entre amigos y decir, Coño, imagínate tú, siete años de casados, más otros tantos de novios… y aún nos hablamos, es admirable, no. Y todos reían, aunque no todos sabían bien porqué.
Había llegado a la fiesta algo cansado del día de trabajo. Y fui más que todo por no quedarle mal. Entré a la casa luego de que me abriera la puerta una chica desconocida. Pregunté por el anfitrión y me dijeron que estaba por ahí. Entré y me acerqué a la cocina, habían varias personas conversando y riendo, no reconocí a nadie, fui a la sala, lo mismo, luego el comedor, nada, el patio, menos, Bueno —pensé— este carajo dónde se habrá metido, y quién coño es toda esta gente, no conozco a nadie y lo peor es que todos parecen conocerse. Me dieron ganas de orinar, fui al baño. Abrí la puerta y encendí la luz: ahí estaba mi amigo, hundiéndole la lengua hasta la laringe a una rubia pequeñita pero de buenas carnes. Ay caramba, disculpa. Apagué la luz, cerré la puerta y me quedé parado afuera un rato asimilando la escena. Nada, toca socializar mientras mi amigo hace lo suyo.
Demonios, dónde dejé mi trago. Verga no se, viejito, ve a ver si en la cocina, Bueno, ya vengo pues. Ya me siento como ebrio, pero aun no del todo, estoy lo que llaman Feliz feliz, alegre alegre. Encuentro mi trago en la cocina y me devuelvo a la sala. Ahí sigue el hombrecito ese con la guitarra dale que dale. Yo la vi, caminando junto a mi, con su… todos cantaban. Yo no se, pero como yo no la vi caminando ni junto a mi ni junto a usté, yo no canto, compay, Ajajajaja, usté si tiene vainas, pues entonces yo tampoco canto, porque yo no he visto a nadie, Ey… jajajaja Yo no he visto a linda, parece mentira… Cantamos a todo gañote, interrumpiendo la tonada de los Impala, y haciéndolos callar. Nos miraron y se echaron a reír. Cantaron.
Vi el reloj, las cuatro, Que resaca. Me levanté, fui directo al baño, me bajé el mono, y me senté, oriné tranquilo, fue una meada larga y feliz. Me acomodé el mono, bajé el agua, y abrí el grifo del lavamanos, junté mis manos e hice de ellas un pequeño recipiente que llené con el líquido vital que salía frío del tubo y con la misma me lo eché en el rostro luego de inclinarme un poco hacia delante. Mi esposa había salido. Yo me di una ducha y me empillamé nuevamente. Me empiné la botella de Coca Cola que había en la nevera y sentí que el cielo llegaba a mí. Bebí demasiado. Abrí el periódico y comencé a ojearlo recostado en el sillón grande de la sala. Los titulares nomás. Preso Juez Familiar por caso de corrupción. Ex ministro de Hacienda asegura que funcionarios del gobierno mienten para encubrirse. Nuevo virus informático destroza su pc por archivos ocultos. Vizquel se roba tres bases. Nuevas evidencias de que Bond mintió. Asesinado hampón «Montacachos» en un enfrentamiento con la PM. Marido es golpeado salvajemente por su esposa, al encontrarlo con amante. Luis Amaya Lara publica nueva novela «El Don Juan frustrado». Lancé la porquería esa al suelo. Seguía dándome vueltas en la cabeza la idea de ser infiel y no leí nada a lo que no le hallara alguna relación. No, no, eso es psicológico —me dije para tranquilizarme— eso es pura predisposición. Me sentía culpable y ni siquiera sabía con quien iba a ser infiel.
Hola, no te puedo atender en estos momentos, deja tu mensaje después del tono, gracias. Mi cielo, voy a llegar tarde, ando con una gente de la oficina, que llegó el antiguo gerente y vamos a tomarnos algo con él. Ya iba tarde, la mujer me esperaba en la tasca acordada, pero antes debía asegurarme que mi esposa no sospechara nada. Hola, Hola papi, que lindo estás chico. Bueno, todo esto es pa'ti nada más. Uy que rico. Mesero, dos cervezas, por favor. Bebimos, y nos fuimos al hotel. Esta negra tenía un culo que me volvía loco. Ya de madrugada la embarqué en un taxi y me fui a mi casa. Tranquilo, mi esposa durmiendo, feliz y contenta y yo… livianito. Otra cana al aire que me llena el corazón. Gracias chivuíto, eres lo máximo.
No sé, es extraño cómo puede cambiar uno, hace dos noches estaba camino al hotel con la flaca de la oficina del piso tres y vi un accidente que me dejó boquiabierto, un carro volcado y vuelto chicha justo en la entrada del hotel. O sea, a un ladito. Entré e hice lo mío, la pasé bien, pero no dejé de pensar en ese accidente. No se por qué. Dejé a la flaca en su casa, fui donde mi compadre, le entregué su carro y me fui caminando al restaurante donde había quedado en verme con mi esposa. Entré y ahí estaba ella, bella, espléndida. La abracé fuerte. Es extraño, pero sentí tanto que la amaba, que la amaba en verdad. Son trece años de matrimonio más otros tantos de novios, es decir, han sido tantas cosas y tanto tiempo. Conversamos, nos reímos, la pasamos genial. Saliendo del lugar me quemó la mirada de aquella mujer que cenaba con un grupo de personas. Sus compañeros de trabajo, supongo. Salimos a la calle a esperar un taxi. Se me quedó la cartera mi cielo, espérame aquí, ya vengo. Ay chico, si eres olvidado, anda pues. Entré de nuevo, la fusilé yo también con una mirada, todo quedó claro. Subí las escaleras hasta los baños. Espere. Hola, Hola. Sentí que la ahogaba con mi lengua. En verdad sentí que la mataba. No me importó. Fue un arrebato. Al rato me miró y me dijo Este es mi número, por favor, llámame. Claro que lo haré, esto no ha terminado. Salí y ahí estaba mi esposa, linda como nadie. Demoraste.
SADE MIRA
3 comentarios:
salud por tu blog!
por cierto, me dejaste una invitacióne n el mío, pero no el correo adonde enviarte el material...
espero tu respuesta
cariños
jesus
Bueno, no se, la sorpresa ha sido grande. Muy grande. Demasiado, quizá. Digo, no sabía que me tenian publicado en esta página. Muchas gracias, Nadir, es un grato honor el que me haces. Ya te había visitado un par de veces y, que distraído soy, no me había percatado que tenías un cuento mío acá.
Bueno, te dejo, además de mi agradecimiento, mis más sinceros saludos y felicitaciones por lo que haces con este espacio. Sigue adelante.
Gracias Néstor
El honor es mío por tu comentario. Este espacio lo he construido con cariño me da gusto que los escritores que reseño se acerquen a verlo. Estoy a la orden en mi mail personal nadirchs@gmail.com para que me envíe de favor una foto suya, que no tengo y me gustaría ponerla.
Muchas gracias y seguiré adelante...
Nadir
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